1.Cuando te emocionas.
Las historias que conoces en consulta en ocasiones son tan desgarradoras que trascienden el rol profesional que te sienta allí, y te emocionan. Es interesante parar para recomponerte y seguir conduciendo la sesión. Lo que te pide tu labor no permite la debilidad de la pena si no la fuerza del acompañamiento y la ayuda en la lucha. Pero no siempre es fácil…
2. Cuando te mienten.
Y por determinados indicadores en su discurso o componentes de la comunicación no verbal, lo detectas y tienes que hacer malabares para llegar a acceder a la información que esconde la persona y al porqué de su ocultamiento, quedas otras veces resignado a la espera de que salga sola, u ocurre incluso que nunca llegas a lograrlo.
3. Cuando te piden soluciones inmediatas a problemas que llevan años automatizándose con fuerza.
Y tienes que trasladar la mala noticia de que un proceso de cambio, a veces supone la lucha contra el titán del tiempo y lo fuerte que han podido establecerse ciertos patrones erróneos por su repetición a lo largo de los años. Cuando alguien está sufriendo se vuelve impaciente y hay que ayudarles a entender lo necesario de hacer las cosas bien más que rápido.
4. Cuando se cierran.
Las sesiones en las que la persona no te da permiso para entrar en alguno de sus espacios, o no están comunicativos, o no quieren revolverse profundizando, o su malestar les impide hablar…y como un minero hay que coger el casco, el pico y la pala y trabajar duro para derribar muros, también a veces sin lograrlo tras una jornada completa intentándolo.
5. Cuando durante el tratamiento hay recaídas.
A lo largo de un tratamiento de intervención psicológica, es raro que no ocurran las llamadas caídas o recaídas, y que la capacidad de lucha y ánimo de la persona que hace su proceso no se merme. Nunca hay que dejar que la frustración te contagie, pues muchas veces, la persona no cree en si misma y tú debes creer por los dos.
6. Cuando el tratamiento termina, alta terapéutica, y sabes que es un adiós.
Y el vínculo creado con esa persona que tienes delante, aunque construido desde lo profesional, es muy fuerte, habéis echo un viaje profundo y apasionante juntos y sin embargo sabes que lo mejor que puedes hacer ahora por ella es desaparecer, dejarla ir y romper la posibilidad de que genere alguna dependencia hacia su espacio terapéutico y hacia ti. A veces se hace muy difícil decir hasta luego, las personas siempre siempre se quedan en ti.
Muy buen análisis. Puedes con eso y mucho más campeona.