VINCULAR, PERDER, REINVENTARSE.
Pablo Feito.
En el anterior artículo se reflexionaba sobre dos aspectos que vienen de serie en nuestra condición humana, como son el conflicto y la angustia. En la entrega de hoy hablaré de otro concepto que, por mal que nos pese, es inevitable. Dicho concepto es el del duelo, visto como un proceso necesario en nuestro desarrollo psicológico, sin el cual no podremos avanzar ante las continuas pérdidas (desde las propiamente físicas hasta las más simbólicas) que nos ofrece la vida.
Primeramente, de existir una pérdida que nos duele tiene que haber como precedente un vínculo con el objeto perdido (cuando aquí hablo de objeto puedo hablar de objetos relacionales como las personas, pero incluyo también cualquier proyecto vital en el que se implique el ser humano en cuestión). En los vínculos que establecemos, partiendo del emocional y primigenio con nuestras principales figuras de apego, ponemos grados de energía. ¿A qué me refiero con energía? Me refiero a cómo el concepto que tenemos de nosotros

mismos está en función de esas personas que nos quieren, nos reconocen, o en esos proyectos que nos realizan. En los vínculos desarrollamos roles, funciones, autodescripciones, en suma, generamos una identidad. Nada es eterno.

Somos por los que están y por lo que tenemos, pero fundamentalmente, por los que estuvieron y por lo que tuvimos.
Por Pablo Feito.