Los humanos estamos en constante ejercicio de aprendizaje a nivel vital. Aprender no es patrimonio exclusivo del entorno académico. A cualquier edad, en cualquier momento, ante cualquier situación las personas estamos aprendiendo…
Resulta pues básico conocer qué determina nuestra capacidad de aprender y en este sentido diríamos que la motivación y el aprendizaje son las dos caras de una misma moneda. De hecho podría decirse que la motivación es precisamente la disposición al aprendizaje.
No hablaríamos de variables de carácter cognitivo, como la inteligencia y la memoria como las protagonistas a la hora de adquirir conocimientos tal y como solemos pensar… sino que realmente en el aprendizaje los aspectos más importantes y que pesarán más de un 60% serían los afectivos, los motivacionales.
Las categorías de aquellos componentes de tipo motivacional que van a determinar nuestra capacidad de aprendizaje serían:
- El componente de expectativa: ¿soy capaz?
- El componente de valor, ¿por qué tengo que hacer esta tarea? ¿Cuál es mi meta?
- Y el componente afectivo, ¿cómo me siento?
Componente de expectativa: ¿soy capaz?
Es una pregunta autorreferente. Se trata de un componente relacionado con el yo y con el autoconcepto. Un conjunto de autopercepciones, el cómo me defino y cómo valoro mis capacidades. Y no debemos de olvidar que las autopercepciones son aprendidas. ¿En qué me he basado para decir que soy así? En la experiencia y en la información que recibo en el balance de cada situación.
Las autopercepciones van a modificar mi rendimiento, pues ante una tarea o aprendizaje que perciba inaccesible mi implicación será menor que si siento más cercanía entre la exigencia externa y lo que puedo dar.
Así pues esta es una dimensión realmente importante a la hora de aprender…
Componente de valor: ¿por qué hago esta tarea?
Por qué decido desarrollar la tarea, o implicarme en el aprendizaje también resulta una cuestión básica dentro del proceso.
Pues a mayor vínculo con el desafío a desempeñar mayor entrega a la hora de resolverlo y por lo tanto mayor probabilidad de éxito o consecución de logro. Siempre trabajamos mejor en situaciones que tienen sentido para nosotros. Buscar un buen componente de valor es imprescindible en las personas ante cualquier tarea.
Componente afectivo: ¿cómo me siento?
Aquí entraría la parte de las conclusiones que sacamos tras cada situación vivida. Se trata del patrón de atribuciones que estableceremos hacia el porqué de los éxitos y de los fracasos que nos ocurren.
Algunas personas tienen un patrón erróneo que les hace pensar que los éxitos dependen siempre de cosas de fuera, factores externos como la suerte, y los fracasos siempre tienen que ver con cuestiones propias, como la falta de capacidad o entendimiento o el no puedo. Esta manera de enfocar las situaciones es destructiva para las personas, pues nunca se sienten responsables de los logros y si se castigan gravemente por lo que salen mal.
El patrón más adaptativo sería el inverso, en el que la atribución de los logros se hace a causas internas como la competencia y el esfuerzo y se relacionan los fracasos a la falta de trabajo lo cual motiva a cambiarlo en futuras ocasiones.
Éxito | Fracaso | |
Patrón desadaptativo | Atribución a variables externas (el otro, azar) | Atribución a variables externas o a la falta de capacidad (variable interna, pero estable). |
Patrón adaptativo | Atribución a causas internas (competencia y esfuerzo) | Atribución a la falta de esfuerzo |
El trabajo de la intervención psicológica será la corrección, proyección y restauración de manera efectiva de todos estos componentes en aras de lograr un proceso de aprendizaje exitoso en la persona que no lo tenga. Un cambio fascinante.
Alba Calleja. Psicóloga.
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