Cuando alguien llega a la consulta de un psicólogo, le acompañan con frecuencia ciertas dudas que suelen tener que ver con los cambios psicológicos a los que se va enfrentar, el método de intervención a través del cual los va a lograr y las dificultades que por el camino pueden surgirle.
A menudo la labor de acogida tiene que ver en gran parte con el intento de resolución de estas cuestiones, algo necesario teniendo en cuenta que paralelamente a darle respuesta a sus dudas se está invirtiendo en la creación y asentamiento de la conexión entre el psicólogo y el paciente o cliente, y esto es siempre una condición básica antes de realizar la labor terapéutica o la intervención psicológica.
Algunas de estas cuestiones suelen repetirse y son bastante comunes entre las inquietudes que plasman las personas. Ante algunas incluso el profesional ha de adelantarse en aras de dar serenidad antes incluso de que la persona detecte la inquietud.
1- ¿Cuánto vamos a tardar?
Impredecible. Hay muchos elementos que entran en la ecuación que conforma la
respuesta. Entre otros la adhesión al tratamiento, la reactividad al cambio, el calado del mensaje, el alcance del desajuste psicológico, las vivencias biográficas paralelas al proceso de intervención…
En cualquier caso, y aunque la respuesta sea ambigua por la sujeción de esta a tantas variables internas y externas al caso, nuestro compromiso siempre ha de ser el de ser lo más rápidos y eficaces posibles.
2- ¿Me vas a curar?
No. Te vas a curar tú. Yo simplemente voy a funcionar como el catalizador de tu cambio. Como un elemento de orientación hacia el reajuste, la consecución del equilibrio, y la inclusión de herramientas que favorezcan el comportamiento general, el funcionamiento vital y la reconciliación con nuestro espacio de pensamiento.
De esta forma la labor y por lo tanto el mérito siempre recaerán en la persona que aunque acompañada, es la gran protagonista de su avance.
3- ¿Es normal lo que me pasa? ¿Estoy loco?
La normalización del trastorno o problemática que presente el potencial paciente es uno de los ejercicios básicos en consulta desde el principio.
Las realidades que no se entienden se rechazan de forma casi automática, así pues invertir en enfoques construidos desde el razonamiento y la capacidad de análisis nos ayudaran a la comprensión general de nuestro funcionamiento mental.
La salud mental no siempre es una cuestión cualitativa y categorizada sino más bien cuantitativa, de cantidad, entendida siempre mejor desde términos de desajuste, hay que alejarse de las etiquetas que solo den miedo.
4- ¿Por qué me pasa esto a mí?
Conectado directamente con lo dicho, los trastornos, problemas y desajustes pueden tener una naturaleza más intrínseca y gestarse de dentro a fuera, o al contrario, nacer a partir de eventos contextuales que modifican nuestro estado, a veces también puede darse la interacción entre ambos.
Así pues y durante el período de evaluación siempre se busca desgranar y analizar los por qués de lo que pueda estar ocurriendo, no obstante quitar el peso de la culpabilidad del padecimiento a la persona resta lo adyacente al malestar como tal, y suele ser algo importante a la hora de diseñar la intervención psicológica.
5- ¿Y si me da miedo contarte algo?
El derecho a la gestión de la información que se aborda en consulta es imprescindible para la persona.
No sentirse presionado a la hora de ahondar en contenidos que pueden resultar difíciles de trabajar o simplemente de trasladar al terreno verbal, hace que la construcción de la alianza terapéutica, entre paciente y profesional, se dé de una forma gradual y sólida, para ganarse el acceso a esas informaciones solo y cuando la persona así lo decida.
5 preguntas que suenan muchas veces y cuya respuesta suele girar en torno a estas ideas.
Y tú, ¿tienes dudas?
Alba Calleja. Psicóloga.
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