Los procedimientos de naturaleza biológica o farmacológica que se aplican para el tratamiento de la depresión, comprenden la utilización de psicofármacos antidepresivos para paliar los síntomas del trastorno, para evitar recaídas y para impedir la ocurrencia de nuevos episodios.
Dada la tendencia a la sobremedicación que está habiendo en los últimos tiempos, conviene conocer de forma concreta los tipos de antidepresivos, los mecanismos de acción y su adecuación a cada caso.
Las modalidades más representativas de la terapia biológica son los fármacos inhibidores de la monoamino-oxidasa, fármacos tricíclicos y heterocíclicos, fármacos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y litio.
1- Los Inhibidores de la monoamino-oxidasa (IMAO) son un tipo de psicofármaco entre los que destaca la iproniacida. Este tipo de medicación fue sustituida en uso por la aparición de los fármacos heterocíclicos, pero en los últimos tiempos se han vuelto a tener en cuenta como opción válida de cara al tratamiento contra la depresión.
Destaca su uso en casos de depresión atípica o concomitante a trastornos funcionales atípicos, trastornos fóbico-ansiosos, depresiones exógenas, psicastenia…
Una de las ventajas de los IMAO, es que ofrecen una rápida respuesta sobre los síntomas depresivos, pero entre sus efectos adversos se encuentran las crisis hipertensivas, riesgo hepatotóxico…estos efectos son precisamente los que generan más detractores a la hora de pautar su administración.
2- Fármacos tricíclicos y heterocíclicos, con la imipramina como primer tricíclico, han ido surgiendo similares y con estructuras bicíclicas, tricíclicas o atípicas,
Diríamos que su uso es destacado cuando pretende trabajarse sobre depresiones endógenas, cuadros sensitivo paranoides de trasfondo depresivo, cuadros pseudopsicopaticos y conductas adictivas que son secundarios a las patologías depresivas,.
Con respecto a las depresiones exógenas, la eficacia de este tipo de fármacos está muy cuestionada en comparación con el uso preferente de los IMAO.
En todo caso, los efectos secundarios son menores que los de ese tipo de psicofármacos, y entre ellos puede encontrarse la sequedad de boca, retención urinaria, hipotensión, taquicardia, temblores…
3- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), suponen una alternativa aún menos agresiva en cuanto a efectos adversos que los cíclicos. La fluoxetina, la sertralina y la paroxetina se presentan
sin duda como un avance en el tratamiento biológico de las depresiones, de esta forma se convierten actualmente en el tratamiento de elección para el abordaje de este tipo de trastornos.
Además su mayor eficacia, se da en el tratamiento de trastornos alimentarios como la bulimia, la depresión asociada a estados de ansiedad y las conductas adictivas.
4- El Litio se utiliza en el tratamiento de los trastornos bipolares por su efecto antimaníaco. A través de su ingesta se consigue una disminución notable sobre los síntomas más característicos de este tipo de problemas como la excesiva actividad psicomotora, la megalomanía, la alteración maníaca del pensamiento, el insomnio y la irritabilidad. Su acción es lenta al principio del tratamiento y su uso se aconseja sobre todo en casos de episodios maníacos o hipomaníacos, tratamiento de las fases depresivas del trastorno bipolar, depresiones endógenas o depresiones delirantes que no responden al uso de otros psicofármacos. Su uso debe ser evitado no obstante en casos de afección renal o cardiaca y embarazo sobre todo.
En general, diríamos que las depresiones exógenas o neuróticas tienen una respuesta menor que la de las depresiones endógenas a los tratamientos biológicos y mayor a las psicoterapias. El problema surge con la predisposición tan rápida que está habiendo por parte de muchos facultativos a recetar medicaciones de este tipo ante cuadros que podrían ser revertidos a través del trabajo terapéutico.
El listado de efectos secundarios, algunos vinculados a ideas autolíticas, o a lao que ocurre ante la interrupción abrupta del tratamiento, hacen que su prescripción tenga que ir de la mano de una evaluación exhaustiva y una relación concreta con el caso, seguimiento REGULAR, y cuidado extremo por parte de los profesionales.
En cualquier caso, y a pesar de las diferencias marcadas que pueden reconocerse en el caso de la utilización de un abordaje de tratamiento biológico frente a uno de tipo psicoterapéutico, cada vez se tiende más a la utilización combinada de ambos tipos de enfoques dado su marcado efecto complementario y en último término, beneficioso para el paciente.