Ojalá no hubiéramos tenido que vernos expuestos al cambio de esta forma, que al fin y al cabo responde a unas circunstancias impuestas, limitantes y terriblemente desgraciadas. Sin embargo, y desde un punto de vista psicológico, se sabe que los aprendizajes que arraigan de forma más nuclear y determinante en el cerebro, son aquellos que nacen de lo experiencial, y desde luego y sobremanera, de aquellas experiencias que se viven con la intensidad que rodea a esta.
Sabíamos que estábamos llegando a nuestro límite. El ritmo incesante con el que vivíamos y al que exponíamos diariamente a nuestro cuerpo y a nuestra mente, empezaba a dejar señales de alerta a su paso, la ansiedad se convertía, entre otras dolencias, en el idioma global que nuestro organismo utilizaba para lanzarnos su queja y la cercanía al límite de sus capacidades.
Así que, a pesar de lo complejo de este momento, la condición de parada en sí misma, neutraliza buena parte de los errores vitales que veníamos cometiendo, convirtiéndose inevitable y contrariamente a lo que parecía, en algo que nos expone a ciertas ventajas. Veamos cómo.
Beneficios del confinamiento:
- RITMOS, TIEMPOS Y RUTINAS.
El ritmo despiadado que llevábamos no era sostenible, se estaba perdiendo la perspectiva del disfrute vital y el sentido de la vida. Ahora nos toca cambiar la velocidad y la dirección.
El diseño de nuestra rutina, empezaba a contemplar desde hace tiempo, bajo la idea del aprovechamiento constante, opciones peligrosas como saltarse comidas, dormir mal… o desde luego relegar ese tipo de necesidades básicas a últimos puestos. El patrón de sueño se entendía negociable bien por la falta de tiempo a otras horas del día para hacer otras cosas, bien por la imposibilidad de disfrute y de ocio en otro momento. Acabando por restarle al necesario sueño el tiempo del supuesto disfrute y yéndonos a dormir muy tarde solo por sentir el día más aprovechado…
Y a pesar de que nuestro aguante puede ser infinito, la perspectiva de disfrute y el sentido de la vida, empezaba a verse quebrado en la psique de muchas personas, que aún habiendo hecho y construido su vida como “debían”, no estaban encontrando el bienestar en ello…
- EL ESTRÉS.
Los niveles de estrés realmente estaban generando un marcado deterioro en los organismos por la constante segregación de adrenalina y cortisol necesarios para mantener la velocidad vital que llevábamos.
Resulta que la respuesta de estrés es muy necesaria en nuestro organismo, y tiene un sentido adaptativo clave para nuestra especie. Sin embargo, pocas veces se había visto tan sumamente sobreexplotado y presente en la vida diaria de las personas.
Las hormonas y neurotransmisores que nos sobreactivan a través de estos mecanismos, se convierten en veneno cuando pasan demasiado tiempo en nuestro cuerpo. Esto estaba dando lugar a la presencia de cuadros psicosomáticos de manera más frecuente que en cualquier otro momento social.
- COMPRA, COMPRA, COMPRA.
El volcado emocional en los agentes materiales se estaba volviendo el mecanismo estrella a la hora de intentar regular nuestras emociones, llenar nuestros vacíos y darle sentido a la construcción de nuestra vida alrededor de lo laboral.
De esta forma, la compra se convertía en el medio más rápido para hacernos sentir bien. Sin embargo, hay cierta parte de sensación de vacío que acompaña a la sobreutilización de estas dinámicas. Y necesitábamos parar para dejar de concentrarnos en acumular y volver a disfrutar de nuestras cosas en general y también de las pequeñas cosas en particular.
- DEMASIADOS AMIGOS.
La pérdida de relaciones humanas significativas y la inversión de nuestro tiempo en vínculos temporales y pasajeros como coleccionismo de situaciones y amistades, estaba apartándonos de nuestras personas importantes.
Resulta curioso cómo este momento, recoloca nuestra jerarquía, y devuelve posiciones a los más importantes, pues ahora hablamos con los nuestros de verdad, buscamos videollamarlos, saber cómo se encuentran…en un orden diferente a aquel con el que veníamos funcionando. Muchas personas están volviendo a acercarse a sus familias en pleno momento de alejamiento…
- LO DE FUERA VS. LO DE DENTRO.
El ruido externo estaba sustituyendo la reflexión, el auto diálogo. El bombardeo de estímulos restaba tiempo para pensar, destinándose así casi todos nuestros recursos atencionales y cognitivos al procesamiento constante de información. Necesitábamos el silencio de esta quietud para recuperar los momentos de reflexión, de conversación con nosotros mismos, el tan importante tiempo para pensar…
- SALUD.
También nos habíamos alejado del valor de la salud. No es difícil creerse casi inmortal cuando el mundo te construye en esos términos y te dirige a preocuparte de otras cosas. Sin embargo, ahí está la salud, volviendo al eje central de nuestras vidas, recuperando su posición primordial y recordándonos que nada vale sin ella. Un golpe de realidad que teníamos que recibir…
- LA TIERRA.
Quien tampoco nos seguía el ritmo era el planeta tierra que ha visto en este curioso momento una tregua a su maltrato.
- NOSOTROS.
Desde hace tiempo, era francamente difícil trabajar en términos de conciencia colectiva. A través de la globalización de la información, habíamos generado cierta impermeabilidad y tolerancia a los problemas de los demás, al dolor que afectaba a otros grupos. A otros nosotros que no eran los nuestros.
La identidad conjunta que genera esta pandemia, es un fenómeno fascinante en tiempos de individualismo, y aún construida en la debilidad humana ante un problema de tamaña magnitud, nos reconcilia como especie y nos acerca de la manera más sólida. Pues bien es sabido que nada une más que un enemigo común.
Pocos cambios se establecen en las personas como fijos o sin remisión, sin embargo es el momento de intentar corregir errores, sobre todo cuando, a través de esta experiencia estamos más en contacto que nunca con el valor real de la vida.