“Alba, quiero ser el de antes”. Una de las demandas y frases más comunes en consulta, resultado a menudo de una combinación entre los altos niveles de sufrimiento con los que acude la persona, el recuerdo de tiempos pasados y mejores en los que se refugia, y el miedo a cambiar y desdibujarse como resultado de todo lo vivido.
Saber procesar el cambio y colocar todas las experiencias vitales en el archivo mental de forma correcta para lograr de nuevo el equilibrio de las piezas, se vuelve el trabajo clave en la mayoría de estos casos.
…”Como las vivencias no se pueden olvidar, el trabajo siempre ha de ir dirigido hacia la correcta digestión de lo que antes no se había experimentado, no se sabía y ahora hay que colocar en la mente de alguna manera…”
- LA EXPERIENCIA TRAUMÁTICA.
La experiencia vital es una fuente constante de vivencias de naturaleza positiva, negativa o sorpresiva. A veces la cantidad o intensidad de algunos episodios no cristaliza en un aprendizaje fluido que nos hace evolucionar, tal y como ocurre normalmente, si no que se enquista, se hace bola, y se acumula en las arterias mentales dificultando el proceso natural de desarrollo de la persona.
Hablamos de experiencias a veces de tipo incluso traumático, que paran los mecanismos naturales de resolución del individuo, pues su nivel de dificultad supera a las herramientas adquiridas hasta el momento por él y esto supone una revolución mental que se vuelve dolor a todos los niveles.
Como el camino de vuelta no se puede transitar, y las vivencias no se pueden olvidar, el trabajo terapéutico siempre ha de ir dirigido hacia la correcta, progresiva y acompañada digestión de lo que antes no se había experimentado, no se sabía y ahora hay que colocar en la mente de alguna manera.
En este sentido, procesos de verbalización, técnicas de la terapia de aceptación y compromiso, y cognitivo conductuales, suelen ser los caminos a transitar siguiendo la máxima referente en la profesión de que “un trauma es la misma escena, volviendo una y otra vez, y se supera cuando en algún momento logra convertirse en narración”.
- LA MEMORIA.
Es interesante saber también el papel que juega la memoria en todo este proceso. La memoria es imperfecta, y los datos que guarda o la connotación de los mismos a menudo cambian cuando son revisitados desde uno u otro estado emocional. De esta forma, es fácil ver cómo desde una ruptura por ejemplo, a veces, los recuerdos de la relación varían o se deforman hacia lo idílico en quien es dejado y revisita desde la añoranza, lo irascible en quien está enfadado y busca vivencias negativas antiguas, y la calma en quien termina de digerir el proceso y revisa lo vivido con una carga emocional menos arrebatadora y deformante esas escenas pasadas.
En este sentido, cuando se viven situaciones de profundo dolor, nuestra memoria se convierte en aquel espacio donde reside una realidad más perfecta, que representa la intermitencia del dolor, que se plantea como un paraíso exento de problemas y que por contraste, genera la percepción de agravamiento en la vivencia traumática actual, lo pone más difícil y paraliza más el proceso. El pasado no siempre fue mejor aunque a veces lo parezca.
Resulta importante por lo tanto cuidar la tendencia de estas personas de vivir ahí atrás, de idealizar ese pasado y de perder fuerzas cognitivas, emocionales y atencionales en un proceso de negación que les aleja de esa digestión dolorosa pero necesaria.
- LA DIGNIFICACIÓN DEL NUEVO YO.
Sin duda, todo esto provoca cambios notables en las personas aunque realmente el yo siempre esté cambiando, fruto de las experiencias vitales incluso más rutinarias y aparentemente menos impactantes que le bombardean de datos y le ponen a prueba de manera constante.
Una vez vividos determinados episodios, sabidas determinadas informaciones sobre la vida, experimentados nuevos umbrales de dolor, toca colocar las nuevas piezas, para que dejen de molestar y pasen a formar parte del puzle. El nuevo yo no es peor que el antiguo, siempre es una versión más completa, a menudo más funcional y desde luego más legítima con respecto a lo simple o antiguo.
No tengo que ir atrás para replicar el viejo formato de equilibrio, si no lograr uno nuevo archivando lo vivido y las conclusiones sacadas donde más útiles resulten y donde las fuerzas de la vida vuelvan a ser complementarias.
Alba Calleja. Psicóloga.
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