El coronavirus nos mantiene aislados. Y cuando estás encerrado, no solo vives una situación diferente para con tus relaciones familiares, sociales, sentimentales, laborales o en definitiva con otras personas.
Lo que ahora exprimentamos, resulta que también nos permite descubrir grandes cosas sobre la relación más significativa que una persona establece a lo largo de su vida, la que mantiene consigo mismo.
Que la relación interna es determinante en la salud mental del individuo es algo que cada vez teníamos más claro. Ahora, podemos descubrir grandes cosas de nosotros en una condición tan especial como la de confinamiento.
Diríamos que esta situación, pone a prueba gran parte de los pilares básicos de la relación del yo, pues al vernos privados de otros escenarios, y no poder desempeñar distintos roles, la capacidad de relativización que nos ofrecen esas otras situaciones y papeles del yo desaparece, y quedamos expuestos a vernos a nosotros mismos en la versión más cruda, evidente, difícil e intensa.
1. Descubrir cómo me llevo conmigo y trabajar en mejorarlo.
A menudo invertimos mucho más en nuestras relaciones con los demás que en nuestra propia relación interna. Hasta el punto de llegar a ser unos perfectos desconocimos para nosotros mismos y volverse por lo tanto este, un buen momento para ponernos al día.
El autodiálogo y los espacios de reflexión, nos permiten acceder a un tipo de pensamiento tan sincero como revelador, y es cuando nos atrevemos a pensar, a preguntarnos cosas y a mirar, cuando vemos quiénes somos en realidad.
Resulta por lo tanto importante dedicar algún que otro rato a este menester, para detectar además de quiénes somos, qué falla y trabajar duro (a veces con la insustituible ayuda terapéutica) en reconducirlo.
2. Mis miedos:
Es increíble lo lejos que pueden llegar algunos pensamientos si los dejas fluir sin resistencia. Nuestros miedos, han visto el escenario perfecto en estos días, para agolparse en la cabeza de cada uno y empezar a atronarnos con toda su fuerza. Desde lo económico, hasta el cuestionamiento de toda nuestra estructura vital, pasando por la salud, la muerte, el futuro y el ahora, (cada uno con su área vulnerable), han ido haciendo cola para entrar a machacarnos hablándonos siempre en el idioma en común del miedo.
Lo que suena cuando hay silencio dentro de nuestra cabeza, a veces es fiable, y a veces no. Me temo que gran parte de los contenidos elaborados en situaciones de estrés han de ser vividos más desde lo anecdótico que ser creídos a rajatabla. Cuidado…
3. Cómo son mis reacciones.
La gestión que hagamos de nuestras emociones va a condicionar en gran medida el tipo de reacciones que tengamos.
Ejercer control sobre nuestros comportamientos es clave a la hora de disciplinarnos y evitar el entrenamiento en los malos gestos o la impulsividad alimentados por el malestar.
Es importante para nosotros mismos y para los demás, aprender a dominar nuestras reacciones impulsivas y vernos en la mayoría de casos eligiendo nuestro comportamiento y luego analizándolo. La secuencia errónea y más peligrosa se da cuando nos dejamos llevar y luego estudiamos lo que hemos hecho. Pocos “yoes” sobreviven a la culpa del después.
4. Que tus límites no estaban donde tú creías.
No tardamos en vaticinar nuestros propios tiempos de aguante cuando nos enteramos de cómo iban a ser los cambios en nuestra realidad tras la llegada del coronavirus a nuestras vidas.
Algunos creían que iban a aguantar horas, otros que la desesperación iba ser insoportable, otros que no iban a tener ningún problema… y como siempre, nuestra mente nos da las respuestas reales a las proyecciones aparentes que hacíamos al principio.
Esta es una grandísima ocasión para actualizar la información que creíamos que teníamos sobre dónde están nuestros límites.
5. La adicción al móvil.
Es oficial, la mayoría padecemos una dependencia a los dispositivos móviles que hasta ahora podíamos disimular a través de la aceptación social y el uso general, pero que en pleno confinamiento se confirma como problema o potencial problema.
Algunas personas incluso empiezan a generar aversión y rechazo al móvil como una especie de reacción de sobredosis o indigestión a los cientos de estímulos que recibimos al día en él.
No es un mal momento para trabajar nuestra relación con los dispositivos y salir de cualquier cuadro adictivo que podamos llegar a experimentar. Negociar los tiempos, calcular cuándo, y entender que el esto de estímulos no pueden competir en intensidad con lo que la pantalla del móvil nos ofrece, y por lo tanto permitir que el cerebro genere una reacción inicial de aburrimiento o abstinencia, son algunas de las medidas que conviene empezar a trabajar desde ya…
6. La flexibilidad del cerebro a la hora de adaptarse a circunstancias adversas.
Somos mucho más fuertes de lo que creíamos. Cuando nos hablaron de encierro, el miedo nos abordó hasta cuestionarnos realmente cuántos días, minutos o segundos lograríamos aguantar en un formato tan limitante. Sin embargo, una semana después, vamos tirando.
Esto se debe a que el cerebro es uno de los órganos más adaptativos con los que contamos y es capaz de aprender a “estar” de maneras muy diferentes y más rápido a veces de lo que esperamos.
El ser humano en general, es de hecho capaz de aclimatarse a ambientes y condiciones tan dispares como nos ha ido enseñando la historia y sus giros a lo largo de los tiempos. Sí, podemos conseguirlo y día a día, si estamos atentos, también podemos aprender más cosas sobre nosotros mismos que nos ayuden en el proceso.
Y tú, que estás descubriendo?
(OJO: Pide ayuda psicológica a los recursos disponibles si, alguna condición psicopatológica está poniéndote más difícil de la cuenta este momento, no estás solo.)
Alba Calleja. Psicóloga.
635.961.102
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