Cada vez son más las personas que muestran un nivel alto de afectación psicológica derivada de la situación mundial que acontece. Algunos están manifestando verdaderos cuadros de ansiedad, miedos, pensamientos recurrentes e invasivos, angustia, desolación por las personas que se encuentran en el territorio de conflicto, frustración por el rumbo de la situación…
Estas son algunas orientaciones de cara a gestionar las informaciones y noticias sobre la guerra que encontramos en los medios a diario y que nos arrastran al pesimismo más extremo y al miedo más intenso a cada momento.
– Cuidar la cantidad de información a la que estamos expuestos.
No podemos consumir noticias constantemente, nuestra mente puede no soportar tanta información e imágenes del conflicto. En una posición frustrante y alejada como en la que nos encontramos al otro lado del continente, el debate interno y el torrente de emociones nos atropellan hasta hundirnos si no cuidamos los tiempos y la cantidad de información a la que nos exponemos.
– Fiabilidad de las fuentes.
Vivimos tiempos complicados para la verdad, la información que se nos ofrece, no siempre es legítima o veraz. Es importante seleccionar bien la fuente de noticias que decidimos consultar, buscar que sea todo lo rigurosa, respetuosa y real posible, y huir de aquellas informaciones falaces y que solo buscan revolver al lector o el clik rápido en el enlace.
– Intermitencia, atención a la guerra vs atención a las cuestiones de nuestro día a día.
Nos toca dividir nuestro pensamiento entre lo que está pasando tan lejos y las cuestiones mundanas que demandan nuestra atención en la rutina diaria. La clave es la intermitencia. Dedicar tiempo de forma organizada y seleccionada a los asuntos y pensamientos de escala mundial y a los de nuestra vida aquí, no mezclando la atención de ambos, para no perturbar la resolución de los asuntos diarios con el malestar por la guerra, y tampoco minimizar el conflicto por el peso de los problemas de nuestra vida.
– Atención a mi estado emocional de base.
Es clave ser conscientes de cómo nos encontramos emocionalmente cada día. A partir de ese estado de base detectado, podremos permitirnos saber más o tendremos que ser más protectores cuando ya partamos de un malestar fuerte en nuestro interior y tengamos peligro de hundirnos del todo…
– Qué posición quiero adoptar yo.
Aquí se trata de decidir con qué tipo de rol de ayuda me siento cómodo y ejecutarlo. Algunas personas se plantean las acogidas de menores, otras de menores acompañados de adultos, otras personas se sienten cómodas enviando ayuda económica, también recursos materiales, algunos no se sienten conformes con la gestión de ayuda que les ofrecen o con las opciones a su alcance, por desconfianza o desesperanza… cada uno tiene que decidir con qué fórmula se siente cómodo ética y funcionalmente y llevarla a cabo.
– No entregarnos a las proyecciones de futuro.
Este tipo de situaciones siguen un camino impredecible que nos condena a no poder anticipar qué va a pasar con mucha antelación. Nos toca ir día a día conociendo el rumbo del conflicto y contener las proyecciones catastrofistas de futuro que nuestro pensamiento puede crear y algunas noticias pueden nutrir. Cuidado con las informaciones que plantean vaticinios fijos o que sentencian el rumbo de lo que va a ocurrir…
– Ventilaciones emocionales.
En este sentido, dar salida a una parte de nuestra revoltura, equilibra los niveles de emoción. Llorar y compartir lo que siento es clave, eso sí, sin llegar a rumiar ni a que se vuelva el único tema que comparto con las personas o sobre el que construyo mis conversaciones. Sacar y volcar es sano pero como todo, en su justa medida.
635961102
albacallejapsicologa.com
Fantástico!! Muchas gracias!