Sabemos que los mensajes corporales que nos llegan a través del paciente en un momento de crisis son fundamentales. En terapia, el profesional debe poner atención extrema a esos elementos informativos no verbales y usarlos como indicador del rumbo de la sesión y también como herramienta de gestión de las emociones que están siendo trabajadas.
Su uso debe potenciarse además de forma bidireccional. Posturas que transmitan implicación y atención plena hacia el paciente pueden aseverar la creación de un buen clima de trabajo y dirigir el encuentro hacia su versión más efectiva.
LO QUE NOS CONTÁIS CON LA POSTURA.
Un análisis de la actitud corporal de la persona nos ayudará a completar el valor del discurso que nos está haciendo llegar a través de su exposición verbal y nos permitirá estudiar su tipo de perfil para adecuar hacia él nuestra intervención.
Si vemos en nuestro paciente gestos de tensión corporal, debemos lograr atenuarlos mediante la creación de una atmósfera relajada que la persona interiorice como tal.
La sincronía paciente-profesional se evidencia también y de forma muy curiosa a través de la adopción incluso de posturas corporales similares a lo largo del encuentro. Es llamativo como en ocasiones, nos vemos desarrollando gestos espejo y reflejando la postura del de enfrente cuando la sinergia y la conexión en la sesión es muy alta.
LA CONFIANZA QUE SE VE.
La figura del profesional debe evocar un alto nivel de confianza en las personas. El contacto ocular supone un verdadero canal que utilizar para la consecución de este fin.
Debemos tener en cuenta que, en ocasiones, las personas que acuden a terapia se encuentran en un estado de vulnerabilidad emocional muy alto, y se desarrollan al comienzo con grandes dificultades en lo que respecta al contacto interpersonal.
No es bueno hacer sentir a la persona que tenemos en frente, que su narrativa resulta inadecuada o hacer que esta termine plagada de interrupciones indeseadas y miradas perdidas que inspiren desinterés.
Uno de los elementos más curiosos a este respecto es el uso del parpadeo emocional como elemento de conexión. Se trata de usar el parpadeo simultáneamente a cuando asentimos con la cabeza mientras escuchamos. Esto da mucha más profundidad emocional al acompañamiento que hacemos.
EL RITMO DE LAS PALABRAS MARCA EL DE LAS EMOCIONES.
Una de las formas de ejercer un control positivo sobre la interacción más típicas en terapia, pasa por valerse un estilo de interacción en el que el uso del tono, del ritmo de las palabras y de la modulación del timbre, la respiración, la utilización de pausas y silencios y el tipo de fórmulas verbales y feedbacks, reconduce los estados emocionales alterados y baja significativamente el nivel de tensión.
¿Te acuerdas cuando algunos profesores nos hablaban bajito en momentos de exaltación de la clase para lograr modularnos? Seria algo así. No pretendemos resultar invasivos, se trata más bien de dirigir y guiar hacia el progreso del encuentro y el punto emocional que se busca alcanzar.
Este tipo de cuestiones representan la sincronía del profesional hacia el cliente y nos permiten obtener una serie de informaciones necesarias para realizar nuestro trabajo de manera eficaz.
¿Has visto como cada sesión de terapia se compone de un montón de elementos y variables con los que construirla y potenciarla? Curioso y complejo, ¿verdad?
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